En estas últimas semanas me ha encantado ver la sencillez, inocencia y amor de mis hijos. Es increÃble como un niño puede pedir “más cosquillas” deseando simplemente más tiempo, más risas y más del amor que se le está dando. Cada vez que sucede (y es seguido) me doy cuenta de como nosotros los adultos perdemos tanto “al madurar”. Para muchos el pedir un abrazo de otro se ve “mal” (pensamos ¿cómo puedes esperar recibir amor si lo has pedido de otra persona?) pero a la vez por nuestra “madurez” perdemos lo hermoso que nos da la sencillez e inocencia. Me encanta dar más cosquillas cuando me los pide, me encanta como se rie y se goza en el momento, disfrutando la muestra de amor que le estoy dando – y no le molesta que él mismo me lo haya pedido… es amor, inocente y sencillo.
Duane R. Nisly
Neurona Suelta
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